25.8.12

 No es que el tiempo obre milagros (que sí existen),
no es que la memoria haya olvidado,
no es que todo se haya arreglado,
no es que la estupidez sea confiable,
no es eso, no son muchas cosas, no es nada,
es que sigo teniendo miedo. 

El miedo suave, que se va asentando de a poquitas dosis,
una cucharada por cada olvido, una receta bien fermentada,
el tiempo y la estupidez obran milagros, pero no confiabilidad,
esa, no existen mientras el pavor siga nadando entre cada órgano.

No es el miedo sorprendente, el que te espera a la mañana siguiente, 
el que te cuenta los pasos dados al camino equivocado,
es el miedo que se aleja las horas necesarias,
y de pronto te lo encuentras en la puerta de la vida,
te acompaña cada día, y de ahora en adelante
aprenderás a convivir con él.

Es el miedo (veneno de la muerte),
el que te paraliza. 

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