¿Qué como se aprende a amar la magia?
Fácil. Con una sonrisa, con chocolate y con un libro de fantasía,
que en todo se haga realidad, eleve más allá del cosmos y transporte sentimientos.
¿Qué como se le hace para no olvidar?
Difícil. Cuando se aprende a amar, ya no se puede olvidar, porque se mete en el corazón, se hace parte de tu vida y te enseña que hay más allá dentro, más que allá fuera.
Porque crecí con Harry Potter. Porque me comenzó a gustar. Porque se coló en mi corazón, en mi infancia, se hizo hueco en mi vida y lo amé. Amé cada trozito de libro, cada línea, cada letra, cada punto, cada imágen que recreaba mi imaginación. Y es que cada personaje es tan de carne y hueso, que son reales y no imaginarios.
Con Harry Potter, crecí y aunque primero vi la película de HP y La Piedra Filosofal, allí empezó el viaje sin fin. Con él me enamoré de la literatura, supe que la magia existe, que es para siempre, que la amistad viene en paquetes grandes con gafas redondas, pecas en las mejillas y sabelotodo en libros de a monton.
Y corrías como loca, agitando en tu mundo, un palito, o lápiz, una pluma, cualquier cosa, diciendo y repitiendo expexto patronum, y allí aparecía un perro, un gato, un féniz, que extendía sus alas, volaba sobre de ti y destellaba luz, que te hacía volar y nnunca bajar, porque Hogwarts existía y nadie te lo podía negar, porque Hogwarts existe.
Y no quiero decir adiós, no, no lo quiero hacer. Sé que todo tiene un principio y un fin, pero cuando amas algo, de esencia y carne, no se puede olvidar, mucho menos terminar, sigue, sigue y se incrusta más en tu vida, haciendo meollo en cada circunstancia, en cada acción, recordándote que en el lugar más oscuro hay una luz, sólo se tiene que encender.
No hay palabras para describir la emoción que me dió hoy al ver el evento del Wizarding World, Quise llorar cuando Daniel, Bonnie, Tom, Rupert, Matthew, los gemelos y Michael junto con todo el público agitaron sus varitas y dijeron lumus maxima, y se iluminó Hogwarts. It was amazing. Me dejaron sin palabras, y yo, algún día iré, tengo que ir, no para pisar un lugar que me diga que en realidad existió Harry Potter, sino para dar gracias por tan extraordinaria obra y decir que si, la magia sigue presente.
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