Los complejos de lo humano no son las lonjas de la panza, ni la altura de duende,
no lo son los volcanes que se ajustan en la cara y el periodo lunático que mensualmente a las mujeres visita, tampoco lo son las piernas que se acortan y no alcanzan para los pasos, no lo son los melones que no crecen en el pecho, porque vamos, no son son frutas que con regarlas crecen.
Lo complejo de lo humano es más simple de lo que se piensa; es roma al revés, como nos pone cuando nos toca, todo de cabeza y patas arriba. Lo simple se acompleja y es cuando todo ya valió madres, cuando él, ella, tú, yo, nos hemos dado cuenta de que sí, enamorarnos es lo más jodido del mundo, pero es lo más jodidamente hermoso que nos puede ser.
Es en la sin/con razón de querer donde se descifra la simpleza de vivir para amar.
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