No es la llegada del de cada mes.
No es el Complejo de Edipo mal elaborado, ni alguna neurosis
atorada en el camino y convertida en psicosis.
No es la depresión ni el mutismo hundido.
No es Neverland obstruido impidiéndome salir.
No es la nostalgia y el drama de la adolescencia recién pasada.
No es la adultez que se cierne sobre la veintena casi por
cumplir.
No es que mi Época de Oro haya pasado.
No es la desaparición del platonismo encarnado en desilusiones.
No es la carrera estudiada ni la frustrada que se quedó en
el camino.
Quizá la falta de dopamina pueda solucionar… me, pero no es
alternativa.
No es ninguna de las razones anteriores, mas lo son las (in)
decisiones tomadas en el camino. Es toda y cada una de las pasadas descritas,
que se conjugan y hacen una.
Es todo y nada. Todo lo que se llevó a cabo y nada de lo que
se pudo solucionar. Es todo lo que no se realizó y nada de lo que me
arrepienta.
Es saberte ajena dentro de tu propia piel y no desearla. Ser
la in-deseada metida en carne elástica, que se expande mientras ruedo por la
cama, que respira pero no ama, que sabe del nihilismo, pero no avanza.
Es quererlo todo pero vivirlo en la nada.
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