Otra vez, velvo a ser yo la qe se traiciona a sí misma, la misma que prometió no renunciar a escribir y hacerlo más seguido, pero las incógnitas de x y z pesan más que ella.
Ya nada más le queda el beneplácito de decir que "se acabó". Bien o mal, pero se terminó. No, no esta chorrada de escribir tarugadas, el bachillerato. Eso es lo que se le acaba a la niña -pronto mujer- que este viernes es su último día de clases y si tuviera la cantidad de agua que tiene el mar en sus profundidades, ella, con mucho gusto y sin remordimiento, la gastaría en llorarle a esta vida, que es más de allá que pa' cá.
Se le terminaron los enojos, los corajes, las frustraciones, los "ay viene tu güero" -que por cierto, ya es de otra-, las locuras y pronto se le terminará su Humanidades que tanto ama y ya no verá tan seguido a su mejor amiga y los amigos que hizo en apenas seis meses y no peló en dos años y medio. Así de irónica la vida, así de jodida está ella.
Ya nada más le queda la nostalgia.
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